lunes, 12 de octubre de 2015

Piqué recoge lo que sembró

En Logroño se repitió lo que será una costumbre común en los partidos que juegue España en nuestro país. Los pitos a Piqué son la consecuencia lógica de lo que el propio Piqué ha sembrado. No querrán esperar los dueños del fútbol español (desde Villar a Casillas, pasando por Del Bosque) que se reciba a Piqué con aplausos y pétalos de rosa cuando éste se ha encargado, de forma lícita, de apoyar la causa independentista o de justificar los pitos al himno.

Podremos tratar a la gente por tonta, pero no lo son. La gente sabe muy bien quién es Piqué, qué piensa, cómo actúa. Saben muy bien que utilizó la palabra "españolitos" como insulto. Saben muy bien que acudió a las marchas independentistas. Saben muy bien que no se siente español, que quiere la independencia de Cataluña. Y saben muy bien que le parecieron bien los pitos al himno español, que pidió "libertad" para pitarlo, que pidió que la gente se expresara pitando. Y la gente, como decía, no es tonta.

No defiendo los pitidos. Yo no le pitaría. Como dije que no había que pitar a Casillas en el Bernabéu. Pero el público es soberano siempre, no solo cuando interesa. Nada tiene que ver aquí con equipos. Tiene que ver con la actitud de Piqué. Después de lo que hace, lo normal es que le piten. Ni se le pita por Kevin Roldán, ni por fallar o acertar, ni por ser catalán, ni por salir de fiesta. Se le pita por ir con la selección sabiendo que, además de no sentirse español, es una figura clave de las proclamas independentistas.

Nadie pide que se tenga que poner la mano en el corazón cuando suena el himno. Ni que, como hizo su amigo Xavi Hernández, grite 'Viva España'. Pero sí se debería pedir un mínimo de saber qué es España y qué es Cataluña dentro de España (una Comunidad Autónoma, como otras 16). Y si piensas que Cataluña es tu país, no puedes jugar con otro país. Es algo tan sencillo como tener coherencia. Pero va con España, más que por dinero (aunque las 'primas' siempre son muy jugosas), porque es con la que puede ganar un Mundial, algo a lo máximo a lo que puede aspirar un futbolista. Y por eso se deja la cara, no porque sienta España, sino porque le conviene.

Mientras Piqué siga así, se le pitará en León, Oviedo, Alicante y Despeñaperros. Mal encaminada va la Federación si cree que al central del Barça se le 'regañará' en Madrid por ser del Barça, por sus continuas salidas de tono contra el Real Madrid o por Kevin Roldán. Nada tiene que ver con eso. Esto es otra historia. Hasta se le pitó en el Ramón Sánchez Pizjuán de Sevilla, donde ahí no se puede alegar que se le pita por la rivalidad Real Madrid-Barça.


También hay que reconocer que Piqué se lleva las suyas y las que les corresponden a otros. Porque no se diferencian mucho de él otros jugadores que hacen lo mismo que Piqué, pero por lo menos lo disimulan. Aunque, sin duda, el gran artífice de todo es el marqués Del Bosque. El marqués que sale indignado porque pitan a "uno de los nuestros". El marqués que no se pronuncia cuando al que pitan no es a Piqué, sino al himno. El marqués que amenaza a De Gea con dejarle sin Eurocopa si no renueva con el United (¡no vaya a ser que se vaya a su querido Madrid!) mientras a otros (Casillas y Pedro) les lleva aun no jugando nada (a Casillas le convocó siempre, incluida la Copa Confederaciones, cuando no jugó nada en el último tramo de la 12/13).

Es Del Bosque. Y el marqués es mucho marqués. Tanto que permite que los jugadores salgan en mitad de unos partidos vitales para la clasificación a la Eurocopa. Y Piqué, que lógicamente no le tiene ningún respeto, alarga su borrachera. Del Bosque, claro, a justificar lo injustificable.

Lo mejor para Piqué es que él abandonara voluntariamente la selección. Vivirá más tranquilo, se ahorrará futuros fracasos, podrá sacar sus sentimientos a la luz sin miedo a nada y será un héroe para los oprimidos independentistas. Y, de paso, nos ahorraremos que cuando se retire imite a Guardiola y diga aquello de "jugué por obligación, porque no había selección catalana".

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